Piero Comanducci es probablemente uno de los mayores aficionado a los rallyes de todos los tiempos. Cámara en mano, ha estado al pie de la pista durante tres décadas. Tres décadas en las que ha visto pasar a su lado a Ford Escort Cosworth, Lancia Delta S4 o Ford Focus WRC, por citar tres coches icónicos de tres épocas muy diferentes. En un principio los coches de rallye eran atmosféricos, coches de calle con no demasiadas modificaciones más allá de un motor potenciado y suspensión de buen calibre.
La gran mayoría eran tracción trasera, hasta la llegada del Audi Quattro. La aplicación de la tracción integral se mostró tan exitosa que pronto todos los rivales la equipaban, el que no lo hacía simplemente no era competitivo. Eran los años 80 y el Grupo B brillaba en todo su esplendor. Los coches llegaban a superar los 500 CV en carrera, eran tan rápidos y potentes que tras varios accidentes mortales la FIA decidió prohibir los Grupo B, parando una evolución que no tenía por entonces un fin visible.
Llegaron los 90, con coches limitados a unos 300 CV, equipados con tracción total. Fue la época de Carlos Sainz y Colin McRae, a bordo de sus respectivos Toyota y Subaru Impreza. Otra época que vió la participación de muchos equipos gracias a la bonanza económica de la época. Hoy en día hay pocos equipos oficiales en el WRC y estamos inmersos en un proceso de cambio de reglas.
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